
Es hiriente la paradoja de gente muriendo por falta de los bienes más básicos, la falta de prácticamente todo lo material necesario para la vida, y gente muriendo por tener tanto que no saben en que invertirlo. Pasatiempos tan banales y mezquinos que llevan a gastar miles de millones en un jugador de fútbol o en una modelo están tan extendidos en nuestra sociedad que ni siquiera los cuestionamos. Estamos destrozando la vida, la tierra, lo más preciado que tenemos, y aunque ahora se ha puesto de moda preocuparse por el medio ambiente, en unos pocos años probablemente la gente se habrá cansados de ello y las apariciones del daño a la tierra se vean reducidos en los medios de comunicación, manipulándonos como ya es costumbre para que nos demos cuenta de que es muy difícil no ser feliz si te has comprado el último modelo de coche y tienes la televisión más moderna.
Pero lo que me desgarra por dentro, lo que me hiere, ahoga, angustia, enfada y entristece es que de verdad lo consigan y que todo el mundo aplauda o por lo menos acepte que ahora las decisiones más difíciles y trascendentales que tomaremos en nuestras vidas son a qué local ir el fin de semana siguiente o qué culebrón es nuestro favorito.
[la bebedora de absenta-Degas]
No hay comentarios:
Publicar un comentario